EN HONOR al dr. juan josé flores q.e.p.d. por su gran aporte a la vida.
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¡Pacientes de SIDA Se Recuperan Sin Drogas!
Un Reportaje de Dr. Juan José Flores,
Director de Vivo y Sano México
Director de Vivo y Sano México
A finales del año 1997, me
entrevistó El Diario de Xalapa, el periódico más circulado en el estado de Veracruz.
Indiqué que las causas del SIDA no eran virales. Como se puede esperar, esto
hizo una gran controversia ya que la mayoría de los oficiales del gobierno y
hasta los escritores importantes como Carlos Monsivais inmediatamente
declararon que mis comentarios eran falsos. Al mismo tiempo, rechazaron mis
invitaciones para debatir las evidencias sobre las cuales basé mis comentarios.
En junio de 1998, TV Azteca, la red televisiva #2 en Méjico, transmitió un
programa entrevistando al Dr. Roberto Giraldo, un especialista en enfermedades
infecciosas y un disidente de SIDA originalmente de Colombia que actualmente
reside en Nueva York. Este programa tuvo un gran impacto y estableció una marca
de cantidad de televidentes. Luego, ese mismo año, fui entrevistado por la
prestigiosa revista de política, PROCESO. Hablé sobre mi posición referente al
SIDA y los efectos devastadores de las drogas y medicamentos para el SIDA en el
sistema inmune.
Para responder mis retos públicos sobre la hipótesis del VIH, fui contactado
por varias personas diagnosticadas con VIH quienes me proveyeron con
información referente a tratamientos alternativos para las condiciones
conocidas como el SIDA. Esta información generó mucha duda sobre el uso de AZT
y otros antiretrovirales e inhibidores de proteasa.
Desde diciembre de 1997 a diciembre de 1998, tratamientos alternativos y no
tóxicos fueron dados a 20 pacientes diagnosticados con VIH (en este re120porte
no se incluyen los 33 otros casos entrevistados fuera de mi práctica médica).
Cinco otros pacientes me fueron enviados a través de mis estudiantes de la
escuela de medicina en la Universidad Veracruzana. Cabe mencionar esto ya que
los miembros de la facultad me habían negado cualquier posibilidad de tener un
debate abierto sobre la hipótesis del VIH/SIDA.
Mi investigación requería que yo declarara mi posición médica referente al VIH
y el SIDA a mis pacientes y sus familias. Esto inspiró un boicot de todo el
mundo, hasta mis amigos que no tenían nada que ver con este debate. El boicot
solo fortaleció mi posición y mi convicción de ayudar a las personas
diagnosticadas con VIH.
Estoy absolutamente convencido que la tierra no es plana. He presenciado los
efectos mortales que los antiretrovirales tienen en el sistema inmune. Puedo
decir que antes de leer sobre esta información en la literatura disidente, ya
había presenciado estos efectos mortales. He estado involucrado con el
tratamiento de SIDA por diez años. Como el Presidente de El Patronato
Veracruzano de Lucha Contra el SIDA, traté a los pacientes diagnosticados con
VIH quienes pertenecían a la clase económica más baja. Su inhabilidad de pagar
por drogas impidió que yo les recetara AZT ya que cuesta mucho. Mientras pasaba
el tiempo, comencé a ver que los pacientes adinerados con VIH se murieron
mientras los pobres seguían vivos. Mis preguntas sobre esta situación fueron
contestadas cuando mi hijo, Alejandro Flores, me mandó el libro,
"Inventando El Virus del SIDA" por Dr. Peter Duesberg. La
coincidencia entre mis experiencias en Xalapa Veracruz y las conclusiones del
Dr. Duesberg me estimularon muchísimo. Yo lo había experimentado y ahora
después de haberlo leído, estaba de acuerdo y lo estoy haciendo.
Estoy consciente del hecho de que siendo la primera investigación científica en
Méjico que usa la hipótesis que el SIDA no es causado por un VIH retrovirus, no
he podido definir mi metodología. Hay factores diferentes, los cuales me
dificultan las cosas. Una actitud de gran duda entre los VIH positivos crea una
gran dificultad en el monitoreo de sus casos, la actitud de indiferencia y
agresión por parte de las agencias de salud y del gobierno, las campañas
internacionales, nacionales y del estado contra nuestra posición científica en
los medios y el hecho de que me negaron todos los fondos dados por La
Universidad Veracruzana.
Hasta el momento, he tratado a 19 pacientes VIH positivos y una persona VIH
negativa, todos hombres entre las edades de 19 y 44. De estos pacientes, seis
están casados con esposas VIH negativas. También hay cinco homosexuales con
historia de abuso de alcohol y de drogas. Todos los pacientes sufrieron de
malnutrición y pertenecen a la clase económica baja. Ocho de los pacientes
fueron tratados por las agencies estatales de salud con antiretrovirales como
AZT. Durante su tratamiento antiretroviral, ellos mostraron los síntomas
típicos: fiebre, pérdida de peso, diarrea, infecciones pulmonares, etc. Ellos
sufrieron de depresión ya que creían que iban a morir y también por como fueron
tratados por sus familias rabiosas.
Cinco pacientes siguieron el protocolo que les di: tres de ellos lo hicieron de
forma irregular controlándose ocasionalmente, dos se aferraron muy bien. El
método involucraba dejar los cócteles de drogas, los antibióticos, las drogas
para el estrés, para la diarrea y una dieta estricta. También les ayudé a
sobrellevar la depresión que sufrían.
Entre dos semanas y dos meses de comenzar mi protocolo, los pacientes se
mejoraron. Sus síntomas comenzaron a desaparecer en el siguiente orden:
diarrea, pérdida de peso, infecciones pulmonares, y depresión.
Explicaré mas detalladamente sobre dos pacientes en particular quienes
considero ser más relevantes. El primero es un estilista de cabello de 33 años
de edad, es homosexual, de clase media, con historia de uso de alcohol, cocaína
y abuso de drogas en general. Él vivía en un conflicto constante con su familia
ya que él fue diagnosticado con VIH en mayo de 1997. Al ser diagnosticado,
comenzó los tratamientos en una clínica de SIDA abierto por el departamento de
salud del estado de Veracruz. En diciembre de 1997, él fue profundamente movido
por la entrevista que me hicieron en El Diario de Xalapa donde declaré que las
causas del SIDA no eran virales. En octubre de 1998, su familia me contactó y
pidieron verme. Yo hablé con su familia en tres ocasiones y en la tercera
ocasión tuve la oportunidad de conocer el mismo paciente. Lo habían llevado al
hospital varias veces a través del año pasado debido a su delicada condición
física. Su última hospitalización fue durante el mes de octubre. Durante ese
tiempo, los doctores lo mandaron para su casa para esperar la muerte. Cuando
nos conocimos, le expliqué mi posición médica y mi metodología clínica. El
estaba de acuerdo con seguir mi protocolo de tratamiento sin reservaciones.
Cuando nos conocimos, ya había rebajado 25 libras, estaba en cama y casi no
podía hablar. Cuando me despedí de él luego de nuestra primera reunión, me
dijo, "Sé que moriré". Mi tratamiento consistía en suspender el uso
de todo medicamento, una dieta estricta con énfasis en la rehidratación y el
apoyo familiar en todo momento.
La primera semana de tratamiento fue muy estresante para todos, incluyéndome a
mí. Al principio de la segunda semana, la familia del paciente comenzó a dudar
seriamente de la efectividad de mi protocolo, pero fue en ese momento que el
paciente comenzó a mejor. Ya estaba comiendo mejor y su fiebre disminuyó
dramáticamente. Una vez, él salió de su cama y se sentó en una silla mesadora.
Me dijo, "Doctor, quiero vivir." Le aseguré que iba a vivir y él
estaba de acuerdo conmigo.
Por mediados de noviembre, él se sentía tan bien que decidió pintar su cabello.
Esto causó que su fiebre y nausea volviera, encamillandolo por cuatro días. Yo creo
que estos síntomas fueron causados por toxinas químicas contenidas en la tinta
de cabello y por su estado general de debilidad. En enero de 1999, él subió 15
libras mientras mantenía la dieta que le receté y volvió a trabajar. El 13 de
enero de este año, fue a su revisión médica en la clínica local para sidosos
sin informarles que había dejado las medicinas.
El segundo caso es de un paciente VIH negativo con los síntomas de SIDA
completamente desarrollado. Él tiene 25 años de edad, es soltero y es de la
clase media alta. En los últimos cinco años, ha usado antibióticos en gran
cantidad y dosis comprados en las farmacias. En agosto de 1998, él comenzó a
tener síntomas que incluyeron las infecciones pulmonares, tos frecuente, y
diarrea ocasional. En septiembre, comenzó a tener fiebre y la rápida pérdida de
peso. Él no podía comer cosas sólidas. Él fue hospitalizado y su tratamiento
consistió de más y más antibióticos. Cuando lo conocí, me dijo, "Siento
que me voy a morir". Él estaba muy deprimido y triste. Por el mes de
octubre, su familia pensó que ya tenía SIDA. Me pidieron mi opinión y les dije
que el realmente estaba sufriendo de deficiencia inmune tóxica causada por las
medicinas que le dieron. Aunque él es VIH negativo, le di el mismo tratamiento
que les doy a los VIH positivos. Sin necesidad de decirlo, ya por enero de
1999, todos sus síntomas se habían desaparecidas y subió casi 20 libras y
nuevamente está trabajando. Su prueba de VIH más recién salió negativa.
Estos dos casos están bajo control clínico total y están abiertos al escrutinio
de los interesados.
Para cerrar, me gustaría que las personas quienes sufren del estigma de ser VIH
positivo sepan que hay científicos dispuestos a pelear por la verdad. Ustedes
merecen la vida.
Juan José Flores Rodríguez, MD,
Ph.D